Por Carla Weimberg
Mandala es un término de origen sánscrito, que significaba originalmente “círculo sagrado” Luego pasó a designar una serie de diagramas o representaciones simbólicas, utilizados como base para la meditación, esto es, un medio para alcanzar la unificación con la esencia del ser.
El mandala -círculo sagrado, símbolo de sanación y totalidad, ha sido usado desde los primeros tiempos de la civilización de forma ritual hasta nuestros días por las tradiciones espirituales de todo el mundo. Caminar, danzar, contemplar, dibujar y pintar mandalas puede ayudar a curar la sensación de fragmentación psíquica y espiritual, a manifestar la creatividad y a reconectarnos con nuestro Ser esencial. Psicológicamente, representan la totalidad de nuestro ser. Cada persona responde a ellos instintivamente, más allá de su edad, género, raza, cultura, etc. Internarse en su mundo se asemeja a un viaje hacia nuestra esencia, permitiéndonos ver zonas del camino hasta entonces desconocidas, y que brote la sabiduría de nuestro interior. Nos ayuda a centrarnos cuando estamos dispersos o perdidos y a encontrar la calma en medio de las tormentas. Los diseños varían, pueden ser muy simples o extremadamente complejos, pero siempre mantienen similares características: son diagramas en general circulares con un centro, puntos cardinales contenidos, combinaciones geométricas y cierta simetría. Fueron y son usados por Maestros espirituales, chamanes y sanadores, como fuente de sabiduría y forma de meditación.
El cuerpo humano está constituido por células, y estas a su vez por átomos. Desde este punto de vista, nuestro organismo está conformado por innumerables mandalas. Se encuentran en las raíces de todas las culturas ya que viven en las raíces de todo ser humano. Desde el antiguo Egipto, pasando por las civilizaciones precolombinas de América, los aborígenes de Australia, entre otras, desarrollaron formas mandálicas. Cada una le atribuía diferentes nombres, significados y los creaba con distintas formas, procesos y materiales, basándose siempre en la forma perfecta y universal de la figura del circular. Desde el punto de vista artístico y espiritual en el cual vamos a centrarnos fueron la religión Budista y el Hinduismo quienes encontraron en los mandalas herramientas muy útiles de meditación, de concentración mental. La meta de toda meditación es la experiencia consciente del centro, ir hacia un medio, un giro alrededor de un centro y por lo tanto también un mandala. A través de ella llegamos a niveles altos de concentración, es decir a un proceso que se propone alcanzar un centro.
Según Carl Gustav Jung, que dedicó parte de su obra a estudiar estos símbolos lo cual se puede ver en su libro “El secreto de la flor de Oro”, donde realiza un profundo estudio sobre los mandalas y su influencia en el inconsciente, condensan y centralizan las energías del cosmos y de las personas, dándole un sentido armonioso a cualquier situación de caos y confusión, lo cual abre puertas hacia la propia sabiduría espiritual. Es una forma muy efectiva y poderosa de ordenar armoniosamente las energías, ya sean del cosmos, o simplemente de las personas.
Existen múltiples mandalas, algunos de ellos son propios de la naturaleza, otros son creados a nivel del inconsciente colectivo, de la sabiduría espiritual o de la propia psiquis individual. Algunos mandalas naturales son: los remolinos o vórtices de agua, de viento, la Vía láctea, los planetas, etc. Algunos espirituales son por ejemplo: en China el ying y yang, los trigramas del I-ching (el libro de las mutaciones). En la India el símbolo del mantra Om y el Sri Yantra y los Símbolos de los chaKras entre otros. En América precolombina el Calendario Maya y el símbolo del Kultrún: el tambor ceremonial de las Machis mapuches.
Cuando nos ocupamos de los mandalas estamos considerando una forma perfecta. Si nos tomamos esa ocupación en serio, ello no dejará de tener consecuencias en nuestra propia perfección, aunque el proceso sea, inicialmente algo externo. Esto puede compararse a lo que ocurre con los ejercicios de Hatha Yoga. Sin duda las posturas eran adoptadas de manera espontánea por los cuerpos de algunos individuos superiormente desarrollados, en correspondencia con la perfección de la actitud interior. Cuando adoptamos una postura o asana como la simple postura de loto, produce una eficaz armonización entre cuerpo y espíritu.
Todo mantra también es un mandala porque penetra en la conciencia y propaga su vibración poco a poco, la finalidad del mantra es la de encaminar la atención al centro, es decir es una meditación.
“Un mandala es mucho más que una forma simple. Representa integridad, y puede ser visto como un modelo para la estructura de organización de la vida misma. Un diagrama cósmico que nos recuerda nuestra relación al infinito. Hemos creado los mandalas dentro de nuestra propia casa con las cosas que hemos encontrado por ahí con nuestra propia exploración creativa.” María Magsamen autora del proyecto mandalas colección de 20 obras creadas con “cachivaches” que se encuentra en su hogar
Kathy Klein es una artista que vive en Arizona, Estados Unidos y la creadora de los impresionantes mandalas con elementos que da la naturaleza. El mensaje que Kathy quiere dejar a través de los danmalas es: “Que las personas se inspiren para seguir buscando dentro suyo, a través de los ojos y los oídos del alma.”
“Mi mente está completamente en reposo”, dice ella, “mi corazón está lleno de amor y mis manos están felizmente ocupadas en el proceso… la paz perfecta.”
Estos pueden ser usados para describir toda la creación y son un reflejo de lo sagrado, que está presente en la perfección geométrica de la naturaleza”.
Pienso que un mandala es una herramienta de autoconocimiento. Verás que en la observación del proceso de pintar o construir un mandala puede darte datos sobre como enfrentas las situaciones cotidianas. Abre nuevos espacios, nuevos caminos del mapa complejo de la psiquis humana.
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